sábado, 22 de octubre de 2016

PRI y PAN,"DUARTE y PADRES",la CORRUPCION CONSENTIDA de los "CONSENTIDOS"...de los sinsentidos .

Imagen.-Internet

Los casos de Javier Duarte y Guillermo Padrés tienen en común el saqueo brutal e histórico a las cuentas públicas de sus estados y el enriquecimiento personal, y familiar de los dos gobernadores que construyeron, desde el poder local y, ante la ineficacia, complacencia o protección del gobierno federal, redes de corrupción perfectamente organizadas en las que lo mismo participaban empresarios, amigos, prestanombres y su familia más cercana, conformada como mafia para desviar recursos públicos y al mismo tiempo hacer negocios millonarios al amparo del poder.
La manera en que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se hizo el desentendido ante las denuncias de corrupción en ambos casos, profusamente difundidas y documentadas, lo mismo en investigaciones periodísticas que las evidenciaron, que en peticiones directas de que se les investigara hechas por organizaciones ciudadanas nacionales y de sus estados, políticos de su mismo partido, el PRI, despertaron toda clase de dudas y especulaciones sobre la inacción del Ejecutivo federal: desde la protección por motivos de pragmatismo político, en el caso de Padrés, cuando se negociaban los acuerdos del Pacto por México con el PAN, hasta la sospecha de complicidad y colusión en el caso de Duarte, ante un presunto financiamiento a su campaña presidencial a través de transferencias millonarias del erario veracruzano.
En ambos casos la actuación de la Procuraduría General de la República, extrañamente lenta y convenientemente tardía, no sólo permitió que los dos mandatarios señalados de corrupción primero se defendieran con todos los recursos y a punta de amparos, como lo hizo el ex gobernador de Sonora, quien tuvo la oportunidad de tramitar hasta 27 amparos para él y su familia, lo que lo mantuvo libre por varios meses, aún cuando su sucesora, la gobernadora Claudia Pavlovich, ya había documentado todos los desvíos cometidos por el panista, sino también que tuvieran el tiempo suficiente para planear una huida tranquilamente organizada para burlar las órdenes de aprehensión en su contra y ahora, desde la clandestinidad, como en el caso de Javier Duarte, preparar seguramente una sólida defensa jurídica de los delitos que se le imputan.
Hoy, más allá del discurso demagógico y supuestamente enérgico, lo mismo de la procuradora Arely Gómez que del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, lo único cierto es que pasan los días y ni “con todo el gabinete de seguridad”, vaya ni con la cooperación de la Interpol el gobierno federal puede encontrar a estos dos prófugos que, con su cinismo y desvergüenza, se burlaron del Presidente y de todo el aparato de justicia que, al estar sujetos a una investigación federal, debió tenerlos vigilados.
Pero además, con su cobarde huida estos dos pájaros de cuenta se hacen de culpa y confirman su falta de estatura política y hasta de hombría, además del desprecio por sus indignados y enardecidos gobernados y por todos los mexicanos; a eso hay que sumar que en estos dos casos emblemáticos de corrupción política, si no se actúa de manera ejemplar y se les somete a un juicio en el que se prueben los graves delitos de los que los acusa el Ministerio Público federal, representarían el fracaso anticipado del nuevo y rimbombante Sistema Nacional Anticorrupción aprobado por el Congreso y que se busca instrumentar en el país. Si estos dos salen impunes, ese sistema habrá muerto antes de nacer.
Pero ante todo, los evadidos Javier Duarte de Ochoa y Guillermo Padres Elías serán, mientras sigan libres e impunes, la confirmación diaria y constante de que Enrique Peña Nieto es un presidente incapacitado e impedido para combatir y castigar realmente la corrupción, por ser él mismo la cabeza de un gobierno corrupto.
fuente.-Salvador Garcia Soto.

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