domingo, 26 de junio de 2016

LA "JUGADA MAGISTRAL de BELTRONES"...para "regresar hay que irse".


Para regresar, hay que irse. Manlio Fabio Beltrones está en la política, en la verdadera política, desde que los actuales protagonistas del poder estaban en primaria. Sin embargo, su sabiduría no tiene que ver con la experiencia, sino, precisamente, con la capacidad de entender el tiempo presente como quienes apenas están entrando al espacio público.

Ver, entender lo que ves, escuchar, asimilar lo que escuchas parecerían ser algunas de las capacidades que los políticos “modernos” han olvidado. Ver la realidad, no más, no menos. Meter las manos en el lodo permanente de las verdades sin temer esa sensación viscosa, sabedor de que el lodo siempre termina por secarse y caerse.

Ese “lodo” es la derrota de su partido. De su partido con todas las letras. El suyo, el que dirigía, el que siempre ha antepuesto a sus ambiciones legítimas. Perdieron, vaya que perdieron con un estruendo que todavía no se apaga. Y ante eso no se vale, no hay espacio para la negación.

Beltrones es un hombre inteligente. Que, además, sabe para qué sirve poder pensar. Pensamiento que se une a la acción. Pensamiento que puede encadenar un acto con el siguiente. Imaginar, apostar, recordar, afianzar… ejercicios que le son rutina.

El reto quedó establecido a partir de la confusión primera, la que él mismo aceptó, de los resultados. Esos que aparecían a favor y se convirtieron en el mayor golpe contra el PRI. En su contabilidad, privada y también en la pública, Manlio siempre supo dónde estaba el riesgo, que operaba en contra de “sus candidatos”: la realidad.

Sí, eran “sus candidatos” pero a partir de lo posible. De la suma de las posibilidades entre los jaloneos del poder. “Sus candidatos” de unidad en todo el alcance de esto, de la unidad que necesitaba con urgencia el partido para ganar. Eran los precisos, o los necesarios, o los que no había de otra, pero eran –así creyeron él y muchos otros- los que podían ganar. Un “podían” que Beltrones tradujo en: “debían” ganar.

No fue así.

Pocos han hecho el análisis profundo. Menos han hurgado en los motivos. Beltrones sí. Lo hizo y entendió. Lo hizo y supo.

Por eso se fue.

Por eso se va.

Para poder regresar. Para poder ser con otras realidades, con otras razones, con otras opciones. No se vale negarnos a escuchar cuando dice que, por el momento, no piensa en la candidatura presidencial. Ese “por el momento” es un instante o un mes o una suma de circunstancias que a su manera va a acomodar a su favor. Como sabe hacerlo.

Fueron los gobernadores, la corrupción, la falta de sensibilidad de quienes lo rodean y/o lo mandan, fueron todos los negativos que se han ido acumulando como si fuesen, en verdad como si fuesen ese “mal humor” social que se empeñan en negar. Fue un encabronamiento, palabra exacta para calificarlo, de la sociedad que no se puede ignorar.

¿Qué hacer con un partido político que se ha convertido en sinónimo de una corrupción que agravia cada día más a grandes sectores sociales? El lastre, hoy por hoy, son las siglas del PRI, lo que éstas comunican a la sociedad que cada día ve su horizonte más limitado. El cansancio ante las magnificaciones de corrupciones e impunidad, que ciertas o no se han convertido en banderas de la oposición.

¿Cómo votar por un candidato del PRI si el gobernador ha fallado, ha sido incapaz, ha demostrado una ambición desmedida, ha acaparado negocios, ha olvidado sus promesas de campaña? ¿Cómo votar por un candidato del PRI con tanto hartazgo por un Gobierno federal que no aterriza los cambios, que no proporciona esperanza, que no ha logrado empatía con sus realidades y menos, menos todavía, con sus sueños?

Muchos pensamos que difícilmente serán mejores los ganadores, que la realidad está tan plena de negativos que no podrán remontarla, que esas “deudas públicas” que fustigaron en los gobernantes serán uno de los lastres más pesados. Pero eso es otro tema.

Lo cierto es que se perdieron siete gubernaturas. Y que las que se ganaron fueron por un margen pequeño, por una realidad ajena al PRI. Que el país parece caminar en contra de su partido. Y que Beltrones lo entendió.

Manlio Fabio Beltrones entendió, como ningún otro, de qué lado masca la iguana del futuro. Por eso dio el giro más audaz, más valiente y mejor auspiciado: Se fue…

Fuente.-Isabel Arvide
@isabelarvide

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